16 de julio de 2013

¡Canijo toro!


Arriba: la foto testimonial del famoso "Canijo Toro" en Xico, nomás que el toro no salió por causas de fuerza mayor (se acabó la pila del celular). Pero ahí está el taller y la nave gris.

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- En algún momento se pensó instalarse en Xico, porque es una verdadera belleza. Xalapa ya se está asfixiando por el tráfico, la contaminación, y Xicochimalco es actualmente un Pueblo Mágico hacia donde voltea el turismo conocedor.

Tuvimos la oportunidad de platicar con la gente de Xico: es muy amable y es reconocida su hospitalidad y don de gente, lo que se refleja en su fiesta magna del 22 de julio cuando invitan a todos los visitantes a comer en sus casas.

Quizás lo único cuestionable de este hermoso pueblo lleno de cascadas, vegetación, calles empedradas, tranquilidad y buenos vecinos, es el uso de vaquillas para lo que llaman "La Xiqueñada", que no es otra cosa más que una mala copia de la encerrona que realizan en Pamplona, España en las fiestas de San Fermín, donde sueltan toros por la calles y son azuzados por una muchedumbre alterada.

Ya se ha comentado que la adición a la fiesta patronal de Xico es precisamente "La Xiqueñada", pues una familia radicada en este lugar la importó desde Huamantla, Tlaxcala, donde se realiza una de las ferias taurinas más conocidas.

Por cierto, en verdad que son cobardes porque en Xico y Tlacotalpan se dedican a torturar a animales que son de pastoreo o vaquillas, a diferencia de Pamplona, donde usan verdaderos toros de lidia para la "diversión".

En Xico, esa importación desde Huamantla ha causado que las nuevas generaciones del pueblo crezcan con la idea de que el maltrato a las vaquillas es parte de una tradición. Que aparte del mole, de los licores hechos a base de frutas o yerbas, la rica gastronomía, los hermosos paisajes y la impecable tranquilidad, no son nada a comparación de corretear animales indefensos.

Como ejemplo de lo anterior, es que entre la gente que conocimos fueron jóvenes de un taller mecánico que al momento de ver pasar a un enorme toro por la calle, haga usted de cuenta que les prendieron un switch en automático para increpar al toro. El noble animal caminaba tranquilo, guiado por un vaquero en caballo, pero la emoción de los jóvenes se hacía presente a gritos: "¡Canijo toro! ¡Condenado toro!" y las ganas de irlo a retar, montarlo o simplemente acercarse, eran palpables.

Como estaban ocupados arreglando un vehículo, sólo lo dejaron pasar.

Quizás no habrá que satanizar a la gente de Xico (como tampoco a la de Tlacotalpan) por sus creencias, ni porque a final de cuentas no tienen la culpa de que no conozcan la real historia de sus "tradiciones"; o que detrás de éstas existen familias que quieren forzosamente vivir a costa de la tortura de animales; que envían a inocentes diputadas como Carolina Galván a crear una ley para la protección de la "cultura taurina", que es inexistente en Veracruz.

Estas familias, en su deseo de torturar animales, y si tantas ganas tienen de haya sangre, pues ya se hubieran cambiado de residencia y se hubieran ido a estados verdaderamente taurinos o donde aprecien eso que llaman “fiesta brava”, pero que no quieran --a la de a huevo-- inculcar en los jarochos la brutalidad del maltrato a los toros sólo por diversión.

Este lunes, la diputada Olga Lidia Robles Arévalo dio a conocer que la bancada del PRI (mayoría en el Congreso local) no apoyará la iniciativa de la joven diputada Carolina Galván, de quien por cierto no aportan mayores datos ni hoja de vida en el sitio web de la Legislatura; sólo que es la suplente del diputado por Coatepec (Roberto Pérez Moreno, virtual alcalde electo de la cafetalera ciudad) y que es secretaria de la comisión de Ciencia y Tecnología; y vocal en Hacienda Municipal y la de Juventud y Deporte.

Al menos ya se hizo conocida por tratar de defender lo indefendible: en Veracruz, los animales se respetan y no por nada los municipios están creando leyes de protección.

Sólo nos queda confiar en las declaraciones de la diputada Robles Arévalo. Ya sé que es difícil creerle al PRI, que es pedirle peras al olmo, pero ya se verá hasta donde se les cae --si lo es-- la mentira.

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